10 hombres solos, 1990
Video blanco y negro, sonido estéreo, 3' 05"
Ar Detroy – (Leandro Perez, Ariel Pumares, Fernando Dopazo, Ariel Casas, Marcelo Acuña, Marcelo Valiente, Juan Manuel Salas, Miguel Mitlag, Charly Nijensohn). Grupo activo desde 1988, continuado por Nijensohn de manera individual.
Ar Detroy fue una compañía de arte experimental creada en 1988 en Buenos Aires. Desde entonces el grupo realiza diferentes acciones utilizando fotografías, paisajes sonoros, música experimental, videoarte e instalaciones con un claro sentido rupturista frente a los medios de representación hegemónicos.
La obra Diez hombres solos (3’12”) abre la década del 90 y se instala como un rito de paso del videoarte a las artes visuales en Argentina. La forma difusa de la imagen-movimiento que predomina en el video deja ver una serie de elementos estáticos y móviles sin detalle ni contorno. Resulta innecesario buscar una narración que una estos elementos cuando la preocupación es filosófica: una rama inmóvil sobre la costa del Río de la Plata en el primer plano; fuera de campo, el pasaje lento por el mismo río de una fila de personas atadas que atraviesan lado a lado la pantalla. Estos cuerpos se desplazan en la trama de la imagen, surcados por el efecto de las aguas. La línea del horizonte se pierde entre el cielo y el rielar de la luna o el sol sobre el agua.
Se dice que son hombres, se dice que son diez. Aunque el título lo advierta, allí no hay diez hombres: contamos sólo nueve. Las identidades en la obra, aunque comunitarias, no están marcadas. La pregunta engañosa por el décimo personaje sobrevuela y se actualiza, muchas veces respondida: el espectador, aunque aquel décimo personaje bien podría ser el río, la atadura o aquella rama inmóvil sobre la costa. Una vinculación así no resulta extraña al pensar las obras que rodean a Diez hombres solos, donde los conceptos de pasaje y paisaje, naturaleza y arte, performance y poesía aparecen con insistencia e introducen posibles preguntas en torno a nuestra relación con los contornos naturales, la aparición y desaparición de los cuerpos, la transformación de los paisajes y la luz.
Mientras que la presencia visual ya está instalada, la presencia del sonido tiene que ser percibida en tanto práctica espacial. Lo que no se alcanza a delimitar por la imagen se surca mediante la acción del sonido. Si nos enfocamos allí, en el acto de la escucha, la introducción del sonido en el paisaje configuraría lo que Jean-Luc Nancy llama “un objeto resonante”, esto es, remontarse al ser en tanto resonancia, al sujeto fenomenológico desde un punto de mira intencional a través del acto de escucha. El sonido es clave para pensar el modo en que la resonancia de estos cuerpos atraviesa lado a lado el paisaje y la pantalla a través de su vibración densa en el espacio.
Por Agustina Wetzel