Más y mejores alimentos para el mundo, 1977
Fotografía de la instalación en la XIV Bienal de San Pablo, 35 x 28 cm
Fotografía de Rômulo Fialdini
Cortesía Fundação Bienal de São Paulo / Arquivo Histórico Wanda Svevo
Vicente Marotta – (Ciudad de Buenos Aires, 1928-1994)
Arquitecto de formación, Vicente Marotta se vinculó desde 1970 al CAyC e integró el Grupo de los Trece, creado con el objetivo de fomentar la discusión y la acción colectiva para “contribuir a una revolución cultural”.1 En ese contexto, donde todavía eran recientes las leyes de reforma agraria que se promulgaron en casi todo el resto de América Latina, así como los procesos de transformación revolucionaria que buscaron abrirse en la región –en muchos casos interrumpidos violentamente–, el artista comenzó a indagar en el problema de la alimentación que se volvió un tema central en su obra.
En 1977, el CAyC participó en la XIV Bienal de San Pablo con una instalación colectiva titulada Signos en ecosistemas artificiales, que recibió el Gran Premio Itamaraty y significó la consagración internacional del grupo. Como parte de aquella instalación, Marotta presentó la obra Más y mejores alimentos para el mundo, compuesta por un conjunto de bolsas de granos de trigo junto a productos porcinos como patas de jamón y embutidos, todos etiquetados como “Producto argentino”, “Industria argentina” y “Export”. La cuestión del alimento tenía algunos antecedentes dentro del mismo contexto del CAyC, como la Construcción de un horno popular para hacer pan, de Víctor Grippo y Jorge Gamarra, la huerta urbana de Julio Teich y el proyecto de Luis Pazos para la solución al problema del hambre. En el caso de Marotta, la obra se enfocaba en la cuestión de la exportación y, al presentarse en el contexto de una Bienal Internacional integrada por representaciones nacionales, planteaba el problema a nivel geopolítico. La instalación apuntaba a la vigencia del modelo agroexportador que desde fines del siglo XIX había otorgado a Latinoamérica, y en particular a la Argentina, el rol de “granero del mundo”; rol que fue una forma de perpetuar el colonialismo a través de la dependencia económica por la exportación de materia prima y la importación de productos industrializados. Si en el siglo XV la conquista de América salvó a los europeos del hambre, fue bajo la consecuencia del genocidio y el ecocidio que condenó a nuestro territorio a ser concebido como reservorio de “recursos naturales” para la demanda de los centros hegemónicos. En la obra de Marotta, las etiquetas que rotulan algunos productos con la expresión inglesa “OK” sugieren esta relación asimétrica entre naciones, en la cual unos producen y otros evalúan.
Las formas actuales de aquel extractivismo que azotó al continente son resistidas hoy por movimientos agrupados bajo el concepto de soberanía alimentaria, introducido en 1996 ante el reclamo por el derecho de los pueblos a decidir sobre sus propias políticas agrarias y alimentarias, protegiendo la producción local, la salud y el medioambiente. Estas luchas que se dan en el terreno de la política tienen también su manifestación en el campo artístico, a través de obras que acercan la militancia a lo estético (en esta sala: el Museo del Neo Extractivismo, Eduardo Molinari, Iconoclasistas, Plantío Rafael Barrett). Desde el tono propositivo del título de su obra, Marotta parece reivindicar las búsquedas artísticas que afirmaban el arte como medio de transformación social, para señalar la persistencia de las desigualdades que impone el modelo capitalista a nivel mundial e invocar la demanda por una sociedad más justa.
Por Mercedes Claus
- Jorge Glusberg, Grupo de los Trece, Buenos Aires, CAyC, GT 457, 9/9/74 [gacetilla]