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“La investigación de los acúfenos”, por Vinciane Despret

“La investigación de los acúfenos”, por Vinciane Despret

Nota de la autora del presente informe: la investigación sobre los acúfenos (tinnitus) constituyó un momento crucial en la historia de la geolingüística. Fue una investigación larga y difícil, pero su resultado modificó radicalmente el campo del conocimiento y permitió crear nuevos métodos de investigación, un hecho que augura la disolución de la asociación histórica de la zoolingüística 1. Hemos retomado en esta carpeta voluminosa solo las partes de archivos que nos parecieron esenciales para su comprensión.

 

Archivo n° 324

Extracto del acta de la reunión para la disolución de la Asociación de zoolingüística

 

Los miembros del comité científico aclamaron de forma unánime los inmensos progresos logrados hasta hoy por la asociación de los zoolingüistas. Recordaremos particularmente a aquellos realizados gracias al descubrimiento de fragmentos de mensajes de hormigas, hallados bajo la forma de trazas de exudación de sus glándulas, en semillas desgerminadas de acacia cuidadosamente organizadas 2. Si bien el significado de estos mensajes continúa siendo muy controversial, el descubrimiento nos ha permitido ver con mayor claridad lo que sabíamos de la poesía panfletaria de las hormigas. De la misma manera, podemos felicitar a nuestros colegas por el brillante estudio de la escritura cinética coral de los pingüinos de Adélie. Este estudio permitió otras investigaciones, incluso más prometedoras, en torno a la poesía de los Emperadores de la Antártica. No hablaremos de todos los éxitos, de entre los cuales el más bello será sin duda alguna el reconocimiento otorgado a las arañas, reparando así una injusticia de hace mucho tiempo. La verdadera paternidad del método por excelencia, utilizado por las ciencias históricas: la invención del archivo. Fue un descubrimiento mayor en la historia, las arañas fueron las primeras en haber afinado una tecnología para la conservación de sucesos históricos dado que las telas, incluso antes de ser trampas, arquitecturas o territorios, son la memoria material y externalizada de conductas, técnicas y estilos 3, silken map of evolving memories [mapas sedimentados de memorias evolutivas] (*). No podemos calificar mejor el archivo y dar crédito (al fin) a las arañas, por el origen de esta preciosa ciencia. Gracias a esta propuesta (y desde luego, del trabajo asiduo de muchos aracnólogos), las telas pudieron finalmente figurar en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

 

Pero la exhortación que había lanzado nuestro arrepentido Presidente en su última editorial no fue atendida, ni siquiera escuchada. Porque estas investigaciones sobre las formas lingüísticas animales (poéticas, líricas o científicas), por interesantes que fueran, permanecieron obstaculizadas por un sesgo terrible: privilegiaron la kinética. Y privilegiar la kinética es privilegiar lo visible. Cierto, lo que está en juego de ese privilegio se basa en la existencia de trazas y de su posible conservación (especialmente por la fotografía o el film), pero condujo a los geolingüistas a descuidar una parte inestimable del universo comunicacional de los animales (sin contar aquel de las plantas: vayan entonces, con este método, a asir las “efímeras letras de canción del liquen”) 4. Uno de los miembros recordó la exhortación del Presidente: “nosotros hicimos en el pasado el esfuerzo loable y necesario de renunciar al privilegio de lo audible, que contaminaba las investigaciones lingüísticas y que relegaba a los animales al estrecho campo de las literaturas orales. Debemos ahora, imperativamente, romper con el campo de lo visible que limita considerablemente el posible avance de nuestras investigaciones. Tenemos que centrarnos en la búsqueda de trazas no audibles y no visibles. Estamos convencidos: estas trazas deben existir y tienen un sentido. Y este sentido solo podrá ser descubierto analizando sus efectos, de los cuales apenas podemos imaginar su amplitud”.

 

Mis queridos colegas, ustedes lo saben tan bien como yo, el Presidente no fue escuchado. Los zoolingüistas no estuvieron a la altura de la inmensa tarea de renovación de metodologías y esta ciencia mostró sus límites, por no decir su obsolescencia. También decidimos nosotros […] 

[Las páginas siguientes fueron perdidas. Pero podemos inducir, en vistas de lo que sigue, que la decisión de crear una nueva asociación fue tomada: Estudios Cosmo-fonocénicos y Paralingüísticos]

 

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Comunicaciones arácnidas, 1982 Fotografía de Dr. Peter N. Witt

 

Archivo n° 451 

Extracto de la carta de la señora F. L. Wells al doctor A. Bishop, psiquiatra y docente de la Escuela Médica de Harvard, fechada al 15 de febrero de 1936.

 

Querido doctor, tras su solicitud, le envio novedades de mi esposo, asimismo su colega, F.L. Wells. No son, a decir verdad, excelentes noticias, su estado se ha deteriorado aún más. Se aferró absolutamente a la idea de retomar las investigaciones que había llevado adelante durante el verano pasado, y esto, contra su advertencia 5. Usted estableció la hipótesis siguiente: la manipulación frecuente del diapasón (instrumento de afinación) podía ser el responsable de los acúfenos (tinnitus) que padece desde entonces. No sólo cuestiona su hipótesis, concerniendo su origen, sino que asegura que no son acúfenos. Lo veo cada mañana en el jardín, manipulando el instrumento y anotando febrilmente cada reacción de las arañas, tras el efecto de las vibraciones. Él dice, en esos momentos, que él es su coreógrafo experimental y que cada una de las vibraciones a las que las somete, sea ubicando el diapasón directamente sobre un hilo de la tela de araña como sobre uno de los soportes de agarre de la misma, suscita los movimientos más elegantes que se esfuerza por anticipar. Las arañas danzan con sonidos silenciosos, dice. Pero mi verdadera inquietud sigue siendo los acúfenos que, a pesar de sus negaciones, parecen haberse agravado considerablemente. Mi marido afirma ahora que las arañas sometidas a las vibraciones del diapasón envían mensajes que él puede escuchar. ¡Ellas le estarían respondiendo! Consulté, como usted me lo aconsejó, sus cuadernos de notas y encontré cosas de una extrañeza tal que me hacen temer lo peor; con fecha 21 de diciembre: “At-tent(s)ion to invertebrate rights” [En/atención/en tensión con los derechos de los invertebrados (*); el 3 de enero: “beware of geological revenge when talking without asking” [cuidado con la venganza geológica cuando se habla sin preguntar] (*). Cuestionado por este tema, asegura que son oráculos, o más precisamente, advertencias oraculares. Ayer por la mañana, tras haber recibido el supuesto “mensaje”: “Ask to those who posses better senses what is the direction” [pregúntale a aquellos que poseen mejores sentidos cuál es la dirección] (*), dejó precipitadamente la casa en un estado de agitación extrema. No lo volví a ver desde entonces. Estoy, se imaginará, muy inquieta. Por favor reciba, querido Doctor, etc. [...]

 

Archivo n° 568

Nota científica de Sara Tomasceno, doctora en Tremología dirigida a los miembros de la Asociación de Estudios Cosmo-fonocénicos y Paralingüísticos

 

Tras la lectura del expediente F.L. Wells y de numerosos casos similares, logramos contar suficientes antecedentes que confirmarían la hipótesis de una cierta correlación entre las investigaciones sobre las arañas a través del diapasón y la aparición de acúfenos en los sujetos expuestos. Sin embargo, no todos parecen presentar el cuadro clínico completo de F.L. Wells, aunque no debemos desechar la posibilidad de que ciertos sujetos hayan preferido no mencionar ciertas particularidades asociadas al cambio que vivieron. Si podemos, entonces, avanzar sobre un cierto vínculo estadístico entre las investigaciones con diapasón y lo que llamamos, a falta de una mejor forma de nombrarlo, “acúfenos”; este vínculo no es estadísticamente válido en relación a la variable de los “mensajes”. Según nuestras investigaciones, el primer caso data de 1880. Se trata de un investigador de South Kensington, Charles Vernon Boys, de quien hemos encontrado una publicación en Nature 6. El artículo no menciona evidentemente los acúfenos, pero pudimos encontrar rastros de testimonios de antiguos estudiantes de C.V. Boys según los cuáles, a partir de una cierta época, habría presentado comportamientos extraños. También tenía, según algunos de estos testimonios, problemas auditivos, creyéndose a veces interpelado mientras que estaba dando cátedra y cuando no era el caso. Notemos igualmente que nuestra investigación nos llevó a descubrir que H.G. Wells menciona a C.V. Boys en su novela The World of William Clissold, publicada en 1926. No puede tratarse más que del mismísimo C.V. Boys, dado que el autor de la novela sitúa este episodio en ese mismo laboratorio de Física de Kensington (la coincidencia sería altamente improbable). Docente lamentable y el más aburrido de todos, Boys habría sido, según Wells, el investigador más brillante que hubiese tenido la suerte de conocer. Wells no dice mucho más, ni siquiera menciona los trabajos sobre las arañas o eventuales comportamientos extraños. Pareciera que la novela fue depurada en su versión final. Según el diario de uno de los sobrinos del novelista, una versión preliminar (hoy perdida) habría dado mucho más protagonismo al personaje. Wells habría descrito una cantidad de bizarreadas, como el hecho de que Boys pretendía ser guiado en sus investigaciones por aquello que habría llamado, según su estado de vigilia, “Webbed reveries” [ensoñaciones en red/enredadas/entretejidas] o incluso “aracno-cosmic dreams” [sueños aracno-cósmicos], y esto, claramente, por un lado, por la invención de un radiomicrómetro capaz de detectar la luz de un candelabro a millas de distancia y, por otro, por sus investigaciones sobre las burbujas de jabón. Si bien nada garantiza la autenticidad de este famoso borrador de la novela, nosotros podemos, sin embargo, afirmar que el verdadero C.V. Boys fue el inventor del radiomicrómetro y que escribía Soap Bubbles: Their Colours and the Forces which Mould Them [Burbujas de jabón: sus colores y las fuerzas que las modelan], libro que conoció un cierto éxito al comienzo de 1890. Pensamos, igualmente, aunque no podamos probarlo, que estos dos temas de investigación están íntimamente ligados a las arañas y que eso podría ser incluso que ellas lo hayan inspirado 7. Por otro lado, en las notas de los cursos de uno de sus estudiantes, encontramos transcrita esta afirmación de Boys:

Durante mucho tiempo creí, e incluso escribí, tras haber observado muchas veces a las arañas precipitarse sobre mi diapasón o sobre el lugar de la tela que este último había tocado vibrando, que las arañas se comportan como si ellas no hubieran aprendido ‘that other things buzz besides its natural food’ [que otras cosas vibran además de sus alimentos naturales]. Me equivocaba. Ellas lo saben muy bien. Somos nosotros quienes no aprendimos a responder a su respuesta. 

 

Hecha la verificación, esta frase (las arañas no habían aprendido…) figura en el artículo de Boys sobre las arañas (Boys, 1880), lo que pareciera jugar a favor de la fiabilidad de este último testimonio. 

 

En conclusión: necesitamos primero precisar que estos casos, bastante raros al principio de las investigaciones con el diapasón, se fueron multiplicando en los últimos años sin que hubiera una razón aparente para esta epidemia entre los aracnólogos. El hecho de que un número cada vez más importante de investigadores que trabajan con arañas utilizando este tipo de procedimiento haya presentado recientemente síntomas del tipo “acúfeno” no debería, sin embargo, llevarnos muy rápido a la conclusión invocada con frecuencia de que la causa sería el diapasón. Por un lado, remarcamos que la utilización de otros instrumentos (por ejemplo, un cepillo de dientes eléctrico en 2013) habría tenido consecuencias similares. Pensamos entonces poder construir la hipótesis de que las arañas serían el origen de estas experiencias sensoriales entre aquellos que fueron víctimas. Pero, por otro lado, si no podemos, en el estado actual de nuestro conocimiento, afirmar que las arañas intentan deliberadamente decirnos algo, podemos pensar sin dudar que hay algo que vale la pena ser escuchado. Alentamos, desde entonces, vivamente a la asociación a prolongar estas investigaciones. 

 

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Tomás Saraceno, Instrumento híbrido semi social solitario. Construido por un Cyrtophora citricola-dos semanas y un Tegenaria domestica-seis semanas, Seda de araña, fibra de carbono, metal, luz, vidrio. 41,5 x 39,3 x 39,3 cm, 2015

 

Archivo n° 689

E-mail de E.B. Trovato, doctor en Geopsicología, dirigida a Sara Tomasceno y al Presidente de la Asociación de Estudios Cosmo-fonocénicos y Paralingüísticos. Tres elementos adjuntos (no disponibles). 

Asunto: no son acúfenos

 

Estimada colega, señor Presidente, 

Este mail es para advertirles que vamos a entregar pronto a la revista Geopsicopatología un breve artículo consignando los primeros resultados de la investigación que iniciamos gracias a la beca que su asociación generosamente nos atribuyó. Encontrarán aquí abajo los elementos esenciales. 

Al día de hoy procedimos a evaluar a treinta sujetos presentando síntomas relacionados con lo que llamamos los acúfenos. Quince son aracnólogos que estudiaron el efecto de las vibraciones en las arañas (las especies estudiadas son descritas en la parte de “metodología” así como el material utilizado para cada una, ver en el adjunto), quince son pacientes humanos que sufren acúfenos que no tienen ningún vínculo particular con las arañas;restringimos nuestro muestreo sólo a humanos para limitar las variables posibles, y tuvimos en cuenta también la dificultad de detectar esta patología en seres que no sean humanos.

 

Según la hipótesis admitida desde hace mucho tiempo (Peker y Sirin, 2016), los acúfenos provienen de una reacción “desproporcionada” del cerebro seguida a una pérdida auditiva y que compensaría esta pérdida. El cerebro crearía “sonidos fantasmas” parecidos a los “phantom limb” [miembro fantasma] –aquellos miembros amputados que las personas continúan sintiendo–; los acúfenos serían entonces, según esta teoría, “el dolor de un sonido fantasma”.

 

Tras haber sometido a nuestros sujetos a una serie de tests llegamos a la conclusión de que lo que afecta a los aracnólogos (a diferencia del grupo de control) no entra en la categoría de los acúfenos.

 

En resumen, he aquí lo que nuestros tests y los cuestionarios administrados nos indican. 

1. Por un lado, los investigadores no presentan ninguna queja, contrariamente a los sujetos del grupo de control (0/10 en la numeración de ratio de dolor contra escalas de 5 a 9).

2. No se remarcó ninguna deficiencia auditiva en los grupos de aracnólogos, al contrario del grupo de control en el que las deficiencias van de una deficiencia mediana a una fuerte pérdida de la audición. 

3. Todos, en el grupo de aracnólogos, afirman además que “no se trata, para hablar propiamente, de sonidos”, sino de vibraciones que se traducen en pensamientos. Ellos afirman no haber conocido jamás esta capacidad de sinestesia atípica. 

4. Mientras que son sometidos a estudios de imagen médica, constatamos la diferencia remarcable entre los dos grupos. Los sujetos del grupo de control presentan una imagen normal de actividad cerebral mientras escuchan los sonidos fantasmas (excluimos los sujetos que llegaron a acúfenos debido a disfuncionamientos o malformaciones). En cambio, las imágenes del grupo de aracnólogos presentan en todos la misma particularidad: “las regiones activadas durante la sensación de las vibraciones, lo vemos claramente en la imagen, son las mismas que se prenden normalmente cuando un sujeto está en una conversación”, lo que ya había sido remarcado en el contexto de improvisaciones musicales (Zyporin, 2016) 8

 

No es de nuestra incumbencia determinar el origen de estas características sensoriales, y en el artículo (como podrán leer) nos atenemos a estos resultados. De todos modos, pensamos que es útil mencionar, para su información y la buena continuidad de sus trabajos, dos elementos que sobresalen en los cuestionarios a los que sometimos a nuestros sujetos.

 

Por un lado, todos los sujetos del grupo de aracnólogos (contra ninguno del grupo control) mencionaron el surgimiento de pensamientos que les parecían extraños 9 y de los que ellos mismos no comprenden, en general, el contenido, frecuentemente bajo la forma de una orden o de una pregunta enigmática; i.e. “Release a thread to ask the wind” [Libera un hilo para preguntarle al viento] (*), “Storytelling is an arachnid skill, are your words more traps or shelter?” [La capacidad de contar historias es una capacidad arácnida, ¿tus palabras son más bien trampas o refugios?] (*) o aun “At which frequency are you vibrating?” [¿En qué frecuencia estás vibrando?] (*). Encontrarán esta información en un documento adjunto (véase Cuestionario 2.B.a). Hemos evaluado la posibilidad de formas de trance, pero los resultados no son concluyentes. Nos preguntamos si no debía de establecerse un vínculo con la “adivinación Mambila” que fue muy estudiada por el antropólogo David Zeitlyn 10 mostrando el rol esencial de las arañas en los procesos de adivinación en Camerún. ¿No se tratará de un fenómeno similar pero esta vez actuando directamente sobre los humanos?

 

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Tomás Saraceno, Tarjetas de Aracnomancia: Tela de araña, lectura oracular, Bienal de Venecia, 2019.

 

Además, uno de nuestros sujetos (S/ar. 12) nos dijo haber “escuchado”, precisando que no se trata de algo audible, que nos faltan palabras para designar este fenómeno, lo que habla mucho de la pobreza de nuestros conocimientos: “in a world of sensitivities extinction, you should find out how to attend to your magnetic receptors” [en un mundo en extinción de las sensibilidades, deberías encontrar cómo alcanzar tus receptores magnéticos]. (*) Este mismo sujeto nos compartió una hipótesis. Sus colegas y ella no estarían afectados por una patología, sino que en verdad serían testigos de los efectos colaterales de un disfuncionamiento que afectaría a las arañas: ellas serían víctimas de una sobrecarga de ondas. Según este mismo sujeto, se habría creado una verdadera “fono-esfera” saturada de vibraciones en la parte superior de la atmósfera “an invisible web of radiowaves that enveloppes the planet” [una red invisible de ondas radiales que envuelven el planeta] y que reverberan en la superficie de la tierra. De este modo, las arañas, tan sensibles a las vibraciones transportadas por el aire, por los árboles y las plantas, por la tierra y sus piedras, se encuentran en lo que sería el equivalente, en el sistema de sonido, a una cacofonía permanente. Ellas deberían cubrir lo que se vuelve una verdadera descarga de ondas que parasitan sus relaciones entre sí, con las plantas y con los otros seres. “En efecto, dice todavía esta investigadora, las arañas en el presente gritan en onda. Y lo que somos, con nuestros pretendidos acúfenos, son cámaras de ecos de la desesperación de las arañas”. 

 

No podemos, estarán de acuerdo, publicar estas últimas hipótesis, con tan pocas pruebas, pero mi equipo y yo misma deseábamos mencionarles esta posibilidad, conociendo su interés por estas ciencias magníficas y tan prometedoras que son la literatura y la poesía tremológicas.

 

Agradeciéndoles de antemano por el interés que prestan a nuestras investigaciones, tengan a bien aceptar nuestros, etc […]

 

Archivo n° 690

Comunicado de Sara Tomasceno sobre la reunión plenaria anual de la sociedad de Estudios Cosmo-fonocénicos y Paralingüísticos. 

 

Mis muy queridos colegas:

Quisiera hablarles hoy de una carta que recibí recientemente. Proviene de una de nuestras colegas aracnólogas, la doctora Connie Grace, quien me dice haberla escrito tras haber participado de la experiencia que lideró el equipo del doctor Trovato en torno al tema de los acúfenos. En esta carta, la doctora Grace me dice haberse dado cuenta repentinamente, a partir de un cuestionario, que las sensaciones de acúfenos quizás pueden deberse al hecho de que las arañas se encuentran obligadas a superar el “ruido” de fondo que forma la plétora de ondas y vibraciones que no dejamos de crear en nuestros ambientes sobre-antropizados. Su primera intuición era que las arañas, de alguna forma, “vribaullaban” (término que ella creó para referirse al efecto de un grito que sería vibración) y que se estarían dirigiendo a los aracnólogos porque ellas pensaron, en el marco de las experiencias con el diapasón, que ellos hablaban el mismo idioma. Nótese que si fuera el caso, dice mi correspondiente, nuestras investigaciones ¿hacen algo más que agregar ruido al ruido? La cito: “¿No deberíamos repensar en profundidad nuestros métodos? Algunos entre nosotros quieren ‘testear las reacciones’, otros intentan diálogos, pero nosotros debemos asumir que lo que hemos hecho hasta el presente es interferir. No se trata de cuestionar la interferencia, porque ¿qué es comunicar de una especie a otra sino interferir?, sino de hacerlo sabiendo que así nosotros rompemos el pacto de silencio de las arañas. Sin duda deberíamos imaginar que aprendemos a hacerlo con la cordialidad y todas las precauciones de cortesía de quienes entran en otra morada”. 11

Queridos colegas, esta carta debe hacernos reflexionar. La doctora Grace habla de la ruptura del pacto de silencio, y es quizás de aquello de lo que se trata. Las arañas tomaron la sabia decisión de ocupar los intersticios de la visión y de la audición, de poblar con sus propias historias un mundo donde hablar hace vibrar y donde vibrar hace responder; Silent singers of substrate borne vibration song [Cantantes silenciosas de substrato cargado de una canción de vibración] 12. Cantantes silenciosas, sus poesías se escriben sobre telas, hojas, ramas, y hacen eco con los granos de polvo que bailan, con el viento, con vibraciones terrestres, ondas telúricas y eventos cósmicos. Todo les habla y todo escribe con ellas desde tiempos inmemoriales. Y entonces llegamos nosotros. ¡Pero imagínense un instante lo que ellas deben pensar de nosotros! ¡Parlanchines incoherentes! ¡o peor! ¡Bárbaros, analfabetos, iletrados! Piensen lo que ellas se deben decir cuando escuchan esta cacofonía vibratoria sin gramática, sin rigor, sin ritmo, sin puntuación. Borborigmos; y aún más: nosotros descubriremos, quizás un día, borborigmos que son los coros líricos de pueblos bacterianos que aseguran el mantenimiento de nuestras vísceras. ¡Qué idioma primitivo les imponemos nosotros! Que no es ni siquiera un idioma, de hecho. Y con los diapasones (véase con los cepillos de dientes eléctricos), ¿a qué nuevas desilusiones las hemos confrontado? No hemos tomado el idioma, hemos hecho ruido.

 

Queridos colegas, debemos entregarnos a la evidencia: estos pretendidos acúfenos son una fuerte señal que nos envían las arañas. Debemos escucharla. No, debemos vibrar con ella y reverberarla. Nuestras investigaciones deben estar en el eco. No debemos olvidar lo que sabemos desde hace tiempo, antes que Buffon y que saben mejor aquellos que bailan bajo la protección de tarántulas: las arañas aman la música. Nosotros tendremos que continuar las investigaciones, pero deberemos transformarlas en artísticas. No digo que sólo los artistas deberán de aquí en adelante dialogar con ellas, sino que los científicos deberán dirigirse a ellas como artistas, o más precisamente, como artistas dirigiéndose a otros artistas. Quién sabe, quizás descubrirán, si perseveramos en esta vía, que ellas nos volvieron capaces de expandir nuestras aptitudes sensibles, que nosotros podemos ser menos bestias de lo que fuimos, que somos capaces de progresar y que podríamos devenir, con ellas, tremopoetas tranquilos, músicos de acordes sinestésicos, inventores de historias verdaderas por venir, de las cuales no seremos los únicos autores: “remember that not only the living have stories to tell [Recuerden que no solo lo viviente tiene historias para contar]. (*) Aprenderemos, con ellas, a cultivar los acúfenos, a recibirlos y honorarlos; “we will be connected to the earth by our ears through the spiders” [estaremos conectados con la tierra por nuestros oídos a través de las arañas]. Y podremos sentir, entonces, los cantos de la tierra y del cosmos, de las ramas y de las plantas que responden a las vibraciones de las cigarras; el aire será nuestra escena y el viento nuestro maestro de orquesta. Aprenderemos finalmente la poesía de un silencio tembloroso y apenas murmurado. 


 

Autora del presente reporte: Vinciane Despret

Con la ayuda inestimable de: Tomás Saraceno, Ally Bishop, Connie

Chester & Grace Sparapani

Traducción: Pablo Julián Méndez

Corrección: Mercedes Claus


Texto originalmente comisionado para el libro Tomás Saraceno: Particular Matter(s), ed. Emma Enderby (New York: The Shed; London: Koenig Books, próximamente)

  1. Zoolinguística es un concepto inventado por Ursula Le Guin para referirse al lenguaje de los animales. https://bit.ly/3eaRoRw (N. del T.).
  2. Nota de la autora del presente reporte: es bastante lamentable que no queden del “Diario de la Asociación de Zoolingüística” nada más que los informes de la reunión para su disolución y algunos números a los cuales esta reunión hace alusión. Encontraremos lo que queda de estos documentos históricos en Ursula K. Le Guin, “The author of The Acacia Seeds. And other Extracts from The Journal of the Association of Therolinguistics” en The Compass Rose: Stories, Harper and Collins, 2005, pp. 3-14. Nótese que en la continuación de ese informe, hemos agregado para cada uno de los archivos que lo componen el signo (*) indicando lo que pensamos que es una referencia explícita o fortuita al juego de tarot “Aracnomancy”.
  3. Como tuvo la intuición W.G. Eberhard: “An orb web is an exquisitely perfect material record of the spider’s behavior [una red orbe es un material exquicitamente perfecto para grabar el comportamiento de las arañas]”, en “Art show”, en J. Grima & G. Pezzato (eds), Cosmic Jive: Tomás Saraceno, The spider session, Genoa, Asinello Press, 2014.
  4. Encontraremos estos términos en Ursula Le Guin (ibid) que reprodujo esta última editorial del Presidente, p.14.
  5. Pudimos encontrar la publicación de F.L. Wells, sabiendo que la publicación no concierne más que a los primeros momentos de la investigación (entre el 7 de julio y el 11 de septiembre de 1935), que estas implicaban 154 arañas de 7 especies diferentes y que no encontramos allí aún trazas de los síntomas descritos en esta carta: “Orbweavers' Differential Responses to a Tuning-Fork”, Psyche, vol. 43, nº 1, 1936, pp. 10-1, http://dx.doi.org/10.1155/1936/49286
  6. “The Influence of a Tuning-Fork on the Garden Spider [La influencia de un diapasón de afinación en una araña de jardín]”, Nature, nº 23, 1880,pp. 149-150.
  7. Nota de la autora : Sara Tomasceno publicaría ulteriormente un artículo analizando, por un lado, el informe sobre la intuición en la detección a distancia que opera en el radiomicrómetro y la conductividad vibratoria de la tela, y, por otro, aquella que condujo a Boys a ver las burbujas como sitios de relaciones y de conducciones de fuerzas invisibles, y no como lo haría Jakob Von Uexküll como mundos cerrados sobre sí mismos. Para la dificultad que propone la metáfora de la burbuja en el caso de Von Uexküll, véase Caroline Jones, Webbing.
  8. En U. M. Bauer & A. Rujolu (eds.) Tomás Saraceno Arachnid Orchestra Jams Sessions, Singapur, NTU Center for Contemporary Art, 2016.
  9. También se lo podría entender como “pensamientos extranjeros” (N. del T.).
  10. “Mambila divination”, en The Cambridge Journal of Anthropology, vol. 12, nº 1, 1987, pp. 20-51.
  11. Nota de la autora: la doctora Grace no lo menciona explícitamente pero pareciera que ella se inspira aquí de una conferencia no publicada de la filósofa Maud Hagelstein: “Tomás Saraceno, Parler avec l’air. Vers un autre modèle d’exposition participative”, 2010.
  12. P.S.M. Hill y A. Wessel, Biotremology, Current Biology Magazine, R187-R191, 2016.
Vinciane Despret

 

Vinciane Despret nació en Lieja (Bélgica) en 1959, donde reside y enseña filosofía de las ciencias. Se graduó en Filosofía y Psicología en la Universidad de Lieja, especializándose en los cruces entre la experimentación científica, la antropología cultural, la etología, la psicología animal y la epistemología de las ciencias. Sus principales estudios revisan la relación entre seres humanos y animales y los modos en que el pensamiento filosófico y la ciencia humana establecen nexos con el “mundo animal”, posicionándose desde la perspectiva de la otredad. Muy influenciada en un principio por William James, sus trabajos ahondan en los vínculos y en la manera en que cada ser posibilita ser afectado por el otro, en una lógica interdependiente. Publicó, entre otros, los libros Esas emociones que nos fabrican: etnopsicología de la autenticidad (1999), Cuando el lobo habitará con el cordero (2002), Hans el caballo que sabía contar (2004), Bestias y hombres (2007), Ser bestia (2007), Pensar como una rata (2009), Qué dirían los animales... si les hiciéramos las preguntas correctas (2012), A la felicidad de los muertos. Relatos de aquellos que quedan (2015), Habitar en pájaro (2019). A su vez, junto a Isabelle Stengers han publicado Mujeres que hacen escándalo, las hijas desobedientes de Virginia Woolf (2011). Participa del colectivo pluridisciplinario afrontando la enfermedad de Huntington, Dingdingdon.